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  • NUEVE Era viernes, casi de noche. Nunca antes la había visto. Tenía el cabello completamente rizado y teñido de un rojo llamativo, en cualquier otra, se hubiera visto grotesco, pero jamás en ella. Un rojo punk, pensaba yo. Nos habíamos juntado en casa de un compa, el Pato, para precopear antes de irnos a una

    NUEVE Era viernes, casi de noche. Nunca antes la había visto. Tenía el cabello completamente rizado y teñido de un rojo llamativo, en cualquier otra, se hubiera visto grotesco, pero jamás en ella. Un rojo punk, pensaba yo. Nos habíamos juntado en casa de un compa, el Pato, para precopear antes de irnos a una

  • SEIS “My eyes are blind, but I can see the snowflakes glisten on the tree The sun no longer sets me free I feel the snowflakes freezing me” Black Sabbath, “Snowblind”, 1972. Dentro de todas las drogas que había probado, la cocaína era una que jugaba en liga propia. La sensación es salvaje y refrescante.

    SEIS “My eyes are blind, but I can see the snowflakes glisten on the tree The sun no longer sets me free I feel the snowflakes freezing me” Black Sabbath, “Snowblind”, 1972. Dentro de todas las drogas que había probado, la cocaína era una que jugaba en liga propia. La sensación es salvaje y refrescante.

  • 2 octubre,

    Quizá si yo hubiera dicho que no, quizá si hubiese puesto un alto a tiempo, tal vez hubiese sido preferible, tal vez de esa manera ambos nos habríamos salvado. Naces, creces, te reproduces y mueres. Y cuando mueres, terminas como un bello regalo, en una caja brillosa con muchas flores y moños a tu alrededor.

    Quizá si yo hubiera dicho que no, quizá si hubiese puesto un alto a tiempo, tal vez hubiese sido preferible, tal vez de esa manera ambos nos habríamos salvado. Naces, creces, te reproduces y mueres. Y cuando mueres, terminas como un bello regalo, en una caja brillosa con muchas flores y moños a tu alrededor.

  • Fotos: Nadia Muela  @Nadia_Muela Con los años, había quedado atrás la sed de un mundo que acabó bebiéndonos. Nos dormimos en la euforia de un mañana sin cabeza, pero el hambre nos despertó. Kilos de más, kilos de menos, más biberones, menos marihuana, más humanos que nunca. Entonces la vi. A los 17 años, Erika

    Fotos: Nadia Muela  @Nadia_Muela Con los años, había quedado atrás la sed de un mundo que acabó bebiéndonos. Nos dormimos en la euforia de un mañana sin cabeza, pero el hambre nos despertó. Kilos de más, kilos de menos, más biberones, menos marihuana, más humanos que nunca. Entonces la vi. A los 17 años, Erika

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