Gone girl es el décimo largometraje dirigido por el norteamericano David Fincher (Zodiac, 2007- Fight Club, 1999), que con anterioridad nos ha demostrado que la narrativa del thriller se le da muy bien, su meticulosidad al filmar han hecho que su filmografía sea siempre bien recibida por el público en general. En esta ocasión nos presenta de nueva cuenta un opus que vuelve a ser un ejercicio por demás fastuoso del género en cuanto al uso de las cámaras, y que, por tanto, nos deja con un grato sabor de boca.
La cinta está basada en la novela de Gillian Flynn, quien también está a cargo del guión de la cinta, el argumento presenta a Nick (Ben Affleck), un hombre fracasado, que es dueño de un bar, el cual no prospera. La trama gira alrededor de la desaparición de su esposa Amy Dunne (Rosamund Pike), la historia se desarrolla entre saber por qué y cómo es que Amy ha desaparecido, este filme se vuelve una historia que se va revelando como capas de cebolla, pero desgraciadamente la cinta se vuelve predecible en tanto que el espectador va conociendo los detalles de la cinta y de las motivaciones que han hecho posible la desaparición de Amy.
Para mí el peso de la historia recae en la forma narrativa; el uso de las cámaras es algo que se ha destacado a lo largo de los años en la filmografía de Fincher, y otro punto que me parece destacable son los saltos en el tiempo; están muy bien logrados. Así, el clímax de la película se presenta en la primera hora del filme, cuando conocemos cómo es que ha desaparecido Amy. En ese sentido, ya que hablamos del personaje femenino, Amy, es un personaje amoral, descarnado, asumiendo un juego mental que dejará a Nick en un estado emocional lamentable, Rosamund Pike, está increíble, hace una interpretación que coquetea con la sordidez, la perversión y el deseo: brillante.
La cinta da para qué pensar, desde las preguntas básicas de cualquier matrimonio con las que inicia el filme ¿Qué estás pensando?, ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hechos el uno al otro?, tan sencillas con significados tan enormes, si lo reflexionamos, el tema de fondo de la cinta es la falta de comunicación ya sea, en un vínculo de pareja, familiar; durante toda la cinta vemos como Nick tiene una falta de sinceridad que lo llevan poco a poco a hundirse más.
También es destacable, el equipo conformado por Trent Reznor y Atticus Ross con David Fincher, ya los habíamos escuchado juntos en The Social Network (2010) y The girl with the dragon tattoo (2011) y de nueva cuenta vuelven a potenciar las fotografía de Jeff Cronenweth, de manera interesante, aunque, en esta ocasión sólo funcionen bien por momentos en la cinta: al final en específico. Nos queda claro, si de alguien se ha sabido rodear Fincher es de estos señores de la música.
Comparar la obra narrativa con la cinta siempre me ha parecido un absurdo, ya que son lenguajes completamente distintos, y por tanto, cada uno se lee de distinta manera. Sin embargo, en esta ocasión, realizar una obra de mayor calidad que la narrativa literaria no era muy difícil, la novela de Gillian deja mucho que desear en la segunda mitad. En la obra fílmica, Fincher, convierte el relato en una historia entretenida y divertida por la sátira que por momentos llega a tener. No es lo más memorable de Fincher, pero sin duda algo hecho con calidad.
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