Era lunes, era día primero, era la última década. 19 años antes de que el mundo empezara a hablar de Barack Obama, Douglas Wilder, era elegido gobernador del estado de Virginia, en Estados Unidos, siendo el primer afroamericano en ocupar un puesto así en dicho país. El Muro de Berlín caía de forma definitiva después de más de 200 muertos (ocurrido en 1989, sin embargo, la siguiente década se vería marcada por el suceso) Pablo Escobar y su imperio de cocaína fueron acribillados. El mundo era sacudido por cambios. La música no fue la excepción.
El siglo pasado (entre otras muchas cosas) tuvo la peculiaridad de que gracias al gradual desarrollo de la tecnología y por lo tanto, de los medios de comunicación, a la apertura del pensamiento en comunidades cada vez más grandes, a la pérdida del miedo a una moralina estorbosa y a la contracultura, la música popular pudo llegar cada vez a más personas, y ésta misma sufrió cambios importantes, sobre todo desde la aparición del rock and roll. Dicho género se fue transformando y madurando, trayendo consigo importantes corrientes contraculturales.
Mucho se habla, particularmente, de las décadas de los sesenta y setenta, sin embargo, a finales de siglo, el rock pasó por otra gran etapa, en la que se hizo música maravillosa y florecieron estupendas bandas e intérpretes. Es curioso que siendo él más reciente a nuestros días, el último decenio del siglo XX, parece olvidado por muchos e ignorado por otros tantos.
LOS NOVENTA Y EL GRUNGE
Si bien el grunge venía gruñendo desde 1984, fue en los noventa cuando su rugido se extendió por toda la selva e incluso, para bien o para mal, llegó más allá.
¿A qué se debió la explosión grunge en los noventa? Creo que se trató de una respuesta natural de parte del público, jóvenes hartos de lo vomitivo que llegaba a ser el mercado y todo lo que implicaba el sistema. Desde la (anti) estética y la actitud de rechazo a lo comercial (herencia de Neil Young) hasta el sonido sórdido, que de forma paradójica, reflejaba a la mismo tiempo la indiferencia (característica de la generación X) y la pasión.
Una de las manifestaciones más grandes y sombrías del movimiento, llevó por nombre Alice in Chains, fundada en 1987 por Layne Staley (voz) y Jerry Cantrell, a quienes más tarde se unirían Mike Starr (bajo) y Sean Kinney (batería). Una de las bandas grunge más densas, llena de una atmósfera terrorífica, sensible, muy rockera y junkie. Dándole vida entre notas, a la pesadilla en la que estaba inmersa la agrupación a causa de la depresión y adicción a las drogas que sufrían sus integrantes (particularmente Staley).
Pearl Jam fue uno de los puntos más importantes dentro del grunge por ser herederos de Andy Wood (Malfunkshun y Green River) contando con los mismos integrantes, excepto en la voz, en la que ocupó el lugar Eddie Vedder. Además, ellos participarían en un crucial proyecto junto con algunos integrantes de Soundgarden, otro grupo lleno de poder y energía en su sonido. Quizá los culpables de poner a todos ellos (y otros más) en el escaparate, fueron los integrantes de Nirvana.
Todos aquellos proyectos musicales (incluyendo los supergrupos que de ellos emanaron), a pesar de no haber sido los únicos, son algunos de los principales en el movimiento, por lo tanto, merecen, una revisión si no profunda, al menos con un poco de detenimiento. Pasemos a los aposentos del Templo.
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