Sería el 2011, yo no la conocía. Una madrugada, pasé de youtubear a redtubear.

Buscaba algo soft para acompañar mi cigarro y entonces encontré una categoría de europeas, girl on girl. Mientras corría la escena, sonaba una canción. Pronto, el morbo sería superado por la belleza al verme atrapado en una de las voces más dulces, delicadas y al mismo tiempo, poderosas y portentosas que había escuchado hasta entonces.

Recuerdo partes de la escena, una trigueña y una rubia de cuerpos femeninos y estéticos –nada había de los implantes ni de la rimbombancia que pudiera esperarse-, eran solo dos chicas besándose los pies, mirándose con ternura, ayudando una a la otra a tomar una ducha y después, a ponerse batas de baño. A pesar de la sensualidad de las dos mujeres, lo que terminó por seducirme fue el sabor, la espontaneidad y lo vívido de esa voz que me iba llevando de la mano bajo un cielo de guitarras envolventes. En cuanto el video se terminó, regresé a YouTube y tecleé en la búsqueda, la frase que se había repetido en más ocasiones durante el idílico video del anterior sitio web, “Loving Strangers” ¡funcionó!

Había dado con la música de Russian Red, una cantante, hasta entonces, desconocida para mí y a quien al instante, encontré adorable. La amé. Loving Strangers, se cumplía la sentencia. Cuando me di cuenta, ya había escuchado completo su primer disco: I Love Your Glasses (2008) y a la mitad del mismo, no pude resistir la tentación de googlear la cara de esa voz misteriosa que me tentaba los oídos hasta hacerme estallar. Otra agradable sorpresa, el rostro de la madrileña Lourdes Hernández, -nombre de pila que luego sería guardado para darse a conocer en el ámbito musical como Russian Red y que fue adoptado basándose en un tono de labial que ella solía usar en la adolescencia-  era tan hermoso como el sonido de su voz.

Luego me enteraría de que el video que vi, había sido tomado de la película española Habitación en Roma y de que las actrices son Elena Anaya y Natasha Yarovenko. Quede esa historia para otro día.

La jovencísima cantante (28 años de edad actualmente) parecía llevar el doble de tiempo de su edad dedicándose a la música. El viaje sonoro fue más que placentero, pues acarició mi sensibilidad y me dejó sediento de más de su música, de más de la música. El sonido era un pop-folk, en su mayoría acústico, con modestos arreglos de guitarras eléctricas en algunos temas, lo cual se deja ver un poco más en su segunda producción, Fuerteventura (2011) en la que además, la cantautora dejó ver su crecimiento y su madurez musical y lírica. Con una más que atinada inclusión de pianos y canciones que descarada pero afortunadamente dejaban ver sus influencias, el cantautor Nick Drake le da nombre a una de ellas. Honesta, directa, suave, elegante, dulce pero afilada. Así de bien lograda pude sentir a Russian Red aquella noche en que descubrí sus hasta entonces, primeros dos discos de estudio.

En éste 2014, Russian Red decidió viajar a los Estados Unidos para grabar Agent Cooper, en el que cada una de las canciones se titula con un nombre masculino distinto. Le ha llegado a la española el momento de la división de su público: aquellos que prefieran la nostalgia de sus años mozos, en los que el estilo de Lourdes emanaba de música hecha hasta antes de los años setenta, y los que prefieran a la Russian que incorpora elementos new wave, más pop que folk y una clara tendencia electrónica.

No me parece el mejor plato de la madrileña pero definitivamente es una evolución natural que  -como todo progreso artístico que se respete- implica cambios inevitables, experimentación y el riesgo de acercarse a un público nuevo. El brillo de su voz sigue iluminando y el sentimiento ahí está. Las quejas de los viejos fans no se han hecho esperar. Yo no detecto una traición a sí misma de parte de Russian Red, es solo evolución.

Con tres discos de estudio en su haber y una interesante dosis de singles y lados B (uno de ellos, mi inolvidable Loving Strangers), ésta bella cantante aun tiene mucho que dar y más que decepcionante, sus cambios se me antojan prometedores.

El sentido del humor de la vida, nos depara siempre sorpresas. A veces, nuestro bagaje literario o musical se ve ampliado a partir de las situaciones menos esperadas.

¡Benditas sorpresas, bendita Lourdes, llena eres de gracia! Porn siempre.