El calor de ese verano del 2010 fue infame. Por donde quiera que uno mirara al horizonte, la ciudad y los cerros que la rodean se veían como esas ridículas estampitas dizque 3-D, sensación ocasionada por la alta temperatura. La estúpidamente alta cifra que marcaba el termómetro, no fue impedimento para la diversión. Contaba yo




