Han pasado algunas semanas de la salida de la más reciente entrega de Radiohead intitulada A Moon Shaped Pool. De manera inmediata le han seguido una cascada de publicaciones en medios de comunicación y redes sociales; hemos sido testigos en exceso de reseñas que van desde aquella hecha por un niño, las que infieren en la vida privada del cantante; hasta aquellas que hacen alardes de sofisticación técnica. Todo esto es reflejo de lo que en los años 90 una banda imaginó que vendría con la llegada de internet. 20 años más tarde estoy sentado frente a la computadora intentando exponer todo lo que este nuevo disco ha traído consigo.
Me resulta un poco difícil la facilidad con la que muchos medios reseñan discos a días de haber salido; sobre todo en el caso de una banda donde el producto artístico no es fácil de digerir a las primeras oídas.
Justo en el momento de su salida aquel domingo de principios de mayo, me recuerdo con la emoción en el pecho sintiendo el corazón salir, en el segundo de silencio antes de poner el primer play al álbum; que a pesar de haber ya escuchado aquellos dos adelantos (Burn the Witch y Daydreaming), el álbum en conjunto me parecía en sí ya el evento principal. Sin embargo, en aquellos días me resultó imposible escribir habiendo tanto ruido alrededor de la banda.
Varias semanas más tarde, una vez que la intensidad de este ruido mediático ha bajado, es más fácil recrearse en el álbum y crearse una visión de lo que éste álbum significa para la música popular contemporánea.
El primer corte es sin lugar a dudas el punto de ruptura entre el más reciente álbum con los tres trabajos anteriores. Intempestivo y Sui géneris, surge del silencio un arreglo de cuerdas que tocan bajo la técnica Col legno un rasposo riff que de inmediato levanta el álbum a niveles artísticos no vistos en sus anteriores trabajos.
Cierto es que la canción no es nueva, hace diez años Thom Yorke había soltado espontáneamente un par de notas seguidas por una disculpa y explicando que algún día con un arreglo orquestal, la pieza podría ser escuchada. Prueba de ello está este corto video que recopila en dos episodios los espontáneos jugueteos de la musa sobre Yorke.
Daydreaming es el segundo corte del álbum y de manera consecutiva el segundo sencillo publicado por la banda junto con un video en donde el cantante nos lleva en un sólo corte por varios pasajes en donde él va entrando cual si fuese aire o cual si fuese resquicio de luz o sonido entre todo tipo de personas, escurridizo Yorke circula sobre varios escenarios que van avanzando a la par de la intensidad musical; al final se le ve subiendo hasta la cima de una montaña e introducirse dentro de una caverna con fuego para al final recitar un audio en reversa que parece decir: “la mitad de mi vida”. Parece que la pieza es una con la propuesta audiovisual que esta vez fue dirigida por Paul Thomas Anderson (There will be blood, Inherent Vice, The Master, etc.) Esta pieza nos sigue manteniendo en movimiento, llevándonos a un diferente paisaje sonoro, bucólico, con sobriedad pero completo y franco en su mensaje.
Decks Dark como su nombre lo dice nos baja las revoluciones y nos adentra a un mundo más obscuro. Haciendo alegorías de abduciones, y OVNI’s, la canción parece ser una reacción al desamor; de un halo de obscuridad entre dos personas y su consecuente ruptura amorosa. Un punto en donde el artista le canta a la pareja en tono de pregunta si ya ha tenido suficiente de él.
Es difícil; creativamente hablando, salir de un lugar así. La banda entonces recurre a la intimidad y naturalidad de un sonido acústico. Eso es Desert Island Disk; un nuevo punto de ruptura con los tres cortes anteriores. Después de ser llevados a un punto obscuro sin salida aparece esta guitarra acústica mostrándonos un punto de luz ( o como la letra dice : el nacimiento de una luz) y ensoñación de un par de sonidos de un sintetizador que surgen a discreción del lado izquierdo al derecho y que nos van llevando al final de ése túnel obscuro en donde nos recibe por Phil Selway y Colin en un remate jazzistico que termina por construir con belleza este cuarto tema que asegura que es posible que existan distintos tipos de amor.
Ful Stop no es para nada un freno, todo lo contrario. De la mano de Colin Greenwood (quien a mi parecer es quien se lleva el álbum en materia interpretativa) y los sintetizadores de su hermano, la banda se va subiendo a este tren en movimiento. Todos a su debido tiempo. Aquí se destaca también la calidad interpretativa de una guitarra que parece ser la de Ed O’Brien que con gran puntería o certeza sabe en dónde moverse y en qué momento justo entrar.
Un arpegio de un acuoso sintetizador que se torna un piano eléctrico o algo parecido da la entrada a un mensaje en voz de Yorke diciendo “Hola, soy yo…” en donde dibuja un paisaje de caras grises, boletos del tren para viajar, pánico y unos ojos de cristal. Glass eyes parecen ser unos ojos llorando bajo la luz del día. El viaje en tren se sumerge entre las montañas y advierte cómo el interlocutor va sintiendo el invierno de un amor.
Identikit, un viejo conocido en los conciertos en vivo tiene su salida oficial. Al inicio se escucha al cantante parafrasear el nombre del álbum. La pieza comienza con un diálogo entre la guitarra y la batería que van haciendo paso a la voz sobre el silencio, dejando un rastro etéreo de la voz del mismo Yorke; Nuevamente se desencadena el río musical en una cascada donde se escucha un pequeño estribillo aderezado de manera muy fina por las cuerdas del bajo de Colin que no podrían de mejor manera aderezar las palabras del cantante diciendo “corazón roto haciendo llover…” En este punto observo cómo se va descomponiendo la cara del personaje al entrar la guitarra de Jonny Greenwood como si fuese una pintura diluyéndose en solvente.
The Numbers. Hemos llegado al clímax del álbum. Así es como podemos definir este punto creativo actual en la historia de la banda. Bajo la luna que nos sostiene, la brisa que nos acaricia, el corte plantea preguntas sobre lo que es la sociedad,, de donde viene y hacia dónde va. Alusiones sobre la Tierra, ¿Será acaso también una llamada a ver más allá de lo que tenemos frente a nosotros? (Open all your channels) ¿Será acaso una pequeña llamada a la insurrección? (The people have this power) El cantante nos asegura que el futuro está dentro de nosotros, que quien tiene el poder es la gente, que los números (¿el capital?; ¿La lógica económica?) no deciden, que tu sistema es una mentira.
Musicalmente la pieza está completa y balanceada. Con una entrada con franqueza de una guitarra y batería, las cuales levantan el cimiento musical y atrás de ellos el imponente bajo de Colin levantando las estructuras de una pieza sonora que ve consumado su constructo en los destellos orquestales que se rodean de pequeños aderezos corales, de sintetizadores que van elevando no sólo esta canción sino todo el álbum hacia lugares celestiales con la frase “Un día a la vez”.
Ya estamos más allá del bien y del mal Present Tense nos recibe luego de experimentar la parte más intensa del álbum. Es indudable que escuchamos una pieza con clara influencia de la música brasileña. Su letra nos lo comprueba “Esta danza es como un arma de defensa personal” en alusión a esa a esa técnica de defensa personal conocida como Capoeira. Un suave Bossa Nova, la belleza de sus coros y percusiones nos hacen notar fuertemente la presencia de Ed en el tema. Bailando contra este presente tenso (Present Tense, entendido también como un tiempo verbal). Dentro de este tema hay pequeños paraísos sonoros escondidos que no son fáciles de distinguir a las primeras oídas.
Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief nos remite a un cántico infantil inglés pero también a una novela de mediados de los años 70 de John Le Carre “Thinker Tailor Soldier Spy”. El sonido que comienza con una caja de ritmo de aquellas viejas TR-808 de Roland nos recuerda a lo que sonaba Radiohead post-Ok Computer y se va transformando conforme la voz de intérprete versa “Cariño, ven a mi antes que sea tarde”. El desenlace del tema se diluye entre arreglos de cuerdas y jugueteos con los sintetizadores dejándonos en suspenso con un sonido “sizzz…”.
El corolario del último álbum de la banda es la presentación oficial de un tema conocido desde tiempos de The Bends con otra instrumentación primordialmente llevada por un piano eléctrico. ¿Es acaso True Love Waits el último corte de la banda como tal? ¿Es acaso ese canto del cisne que muchos vaticinan? La pieza se va nutriendo de otros pianos que van fusionando el sonido y van tapizando paredes sonoras donde la voz de Yorke va colgando cual si fuesen cuadros los versos de aquel que está a la espera del amor verdadero, con la fe estúpida y la esperanza ciega; con la ternura y la indecisión adolescente. La pieza muestra al cantante dando los ultimos tintes y paisajes oscuros que contrastan con la versión acústica publicada hace años en un disco en vivo. La pieza se va diluyendo música y voz van cayendo como el que va muriendo poco a poco.
El álbum en conjunto muestra una pequeña obra maestra. Fuera de toda discusión queda el debatir si es material nuevo o ya publicado. La obra en su conjunto es redonda. Nos lleva por distintos paisajes manejando distintas intensidades, texturas y ritmos. Nos coloca también en la intersección del Rock como género musical que se nutre de aspectos clásicos de la música, sin olvidar aspectos sonoros presentes en la sociedad occidental actual. Hace poco escribí acerca de los vicios que predominan en la industria musical. El álbum es un oasis de principio a fin; lo que no significa que no pueda ser escuchada en partes o escogiendo los temas. Al final vemos a un grupo en apariencia transparente pero conforme se sigue escuchando se van descubriendo aspectos más profundos en cada pieza. La calidad artística y técnica es apreciable y se nota profundidad y trabajo en cada aspecto del sonido, en lo audiovisual y en lo lírico. Fuera también queda si el álbum innova o no. Si es vanguardia o no. El álbum es una pieza de arte lanzada al mercado de la música popular sin otro ánimo que es en sí en poder crear música. Sin duda 10 de 10.
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