Desde sus inicios el cine ha estado ligado al artificio, tomando el término no en su acepción de engaño, sino en un de destreza o ingenio. Sin embargo, la osadía de reproducir en tiempo real la llegada de un tren a una estación parisina mediante un juego, que tenía que ver básicamente con el adecuado uso de luces y espejos (principios de cualquier lente), provocó que inevitablemente surgiera un halo de incredulidad sobre aquello que se nos mostraba como uno de los inventos más sobresalientes de finales del siglo XIX.
Y si bien en principio fue la técnica, el cine tuvo que dar cuenta de aquellas cosas que lograba mostrar y, también, de sí mismo, cualidad que le permitió dejar de ser considerado como un simple espectáculo de feria para ser condecorado como un arte, pero, aún más importante, como un lenguaje; el lenguaje cinematográfico quedó entonces asentado como una preciada herramienta que permite exponer, entre otras cosas, trayectorias humanas por este mundo. Algunas de éstas relatan el proceso creativo que implica generar obras, como las películas.
Para el ciclo “La cámara frente al espejo: el cine en el cine”, hemos elegido cuatro cintas que, en principio, nos adentran en el proceso creativo que implicó realizarlas, así como en una serie de situaciones que oscilan entre la ficción y la realidad de aquellos que las realizan. Esta capacidad de autorreferenciar el propio oficio se ve matizado por situaciones periféricas, pero inclusivas, de la creación cinematográfica. En Vamos a jugar al infierno, de Sion Sono (Japón, 2013), este proceso se presenta como un ejercicio lúdico de un equipo de cineastas amateurs que, siendo adolescentes, se hacen la promesa filmar una película sin importar el tiempo que les lleve hacerla y que, además, tiene que ser su boleto para convertirlos en iconos de la historia del cine.
Si bien al leer lo anterior se podría pensar que la intención de los realizadores llega a rayar en la ingenuidad, la premisa nos invita a considerar la naturaleza visceral que incita la creación artística y la perseverancia invertida en un proyecto que lucha por ser concretado. Dichos elementos son también visibles en La noche americana,de François Truffaut (Francia-Italia, 1973), donde un realizador nos deja casi ser parte del equipo de producción para dar cuenta de la filmación de su película, un dramón que poco se compara con el drama real de sus protagonistas o de las peripecias que, si bien el director no tuvo contempladas en un principio, pasaron a ser imprescindibles en el resultado final.
Aquello que un principio estaba fuera del guión se vuelve medular en la trama y, por consecuencia, en la película. “La realidad está cargada de elementos dramáticos susceptibles de engendrar multitud de ficciones”, le dice un profesor a Charlie Kauffman, protagonista y guionista de Adaptation, de Spike Jonze (EUA, 2002), película donde vemos a un hombre que cruza por una crisis creativa y personal que lo lleva a bloquear cualquier posibilidad que le permita lidiar con aquello que lo agobia. Paradójicamente logra hacerlo en y con el desarrollo del guión.
Finalmente, 8 ½, de Federico Fellini (Italia-Francia, 1963), nos adentra también en el impasse de un cineasta perdido en sueños y nostalgias personales, acercándonos de alguna manera a uno de los mayores temores del artista: poner en duda su vocación o la veracidad de su talento. Este temor que se convierte en la presión de satisfacer expectativas personales y ajenas a través de un ensueño que se materialice en una obra, misma que de alguna manera se aferra a encontrar un lugar en la realidad, pero sobre todo a que su tránsito de un plano a otro esté tan bien orquestado que resulte imperceptible.
5 de agosto
Vamos a jugar al infierno (Sion, Sono, 2013), 126 min.
País: Japón
Guión: Sion Sono
Fotografía: Hideo Yamamoto
Sinópsis: Ikegami (Shinichi Tsutsumi) es un gangster que guarda rencor hacia un viejo rival llamado Muto (Jun Kunimura), de cuya hija Himizu (Fumi Nikaido) siempre ha estado enamorado. Hirata, un director de cine (Hiroki Hasegawa), y un hombre llamado Kouji (Gen Hoshino), también se ven involucrados en este enredo (FILMAFFINITY)
12 de agosto
8 ½ (Federico Fellini, 1963), 138 min.
País: Italia
Guión:Tullio Pinelli, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Brunello Rondi
Fotografía:Gianni di Venanzo
Sinópsis: Después de obtener un éxito rotundo, un director de cine atraviesa una crisis de creatividad e intenta inútilmente hacer una nueva película. En esta situación, empieza a pasar revista a los hechos más importantes de su vida y a recordar a todas las mujeres a las que ha amado (FILMAFFINITY)
19 de agosto
La noche americana (François Truffaut, 1973), 115 min.
País: Francia
Guión: François Truffaut, Jean-Louis Richard, Suzanne Schiffman
Fotografía: Pierre-William Glenn
Sinópsis: El rodaje de una película tropieza con una serie de dificultades que afectan tanto a los miembros del equipo como a la propia película. (FILMAFFINITY)
26 de agosto
El ladrón de orquídeas (Spike Jonze, 2002), 114 min.
País: E.U.A.
Guión: Charlie Kaufman, Donald Kaufman (Novela: Susan Orlean)
Fotografía: Lance Acord
Sinópsis: Charlie Kaufman, un guionista de Los Ángeles, vive un periodo de crisis creativa, todo lo contrario que su hermano gemelo Donald. Charlie escribe tal como vive: con gran dificultad y lleno de inseguridades, mientras que Donald vive tal como escribe: con dejadez. Por su parte, Susan escribe sobre la vida, pero es incapaz de vivirla. Por el contrario, la intensa y aventurera vida de John es digna de una novela. (FILMAFFINITY)
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