Los años maravillosos ya se han ido, la gloria del sabor a la primera vez, es ahora un recuerdo. “¿Para qué quieren nuevos grupos? Todos saben que el rock logró la perfección en el 74, es un hecho científico.” Sentenciaba Homero Simpson al salir decepcionado de una tienda de discos.
Nuestra concepción del rock está inevitablemente ligada a muchos factores, entre ellos, los generacionales. El rumbo que toma nuestro bagaje musical suele verse determinado por los primeros intérpretes que llenaron nuestros oídos. Una ocasión, el escritor, poeta, catedrático de la UNAM y crítico de rock Salvador Mendiola (@eseMendiola), mencionó en algún artículo, que uno está especialmente ligado a aquel rock que se hizo durante los primeros 30 años de nuestras vidas y cuando le pregunté al respecto, me dijo: “el rock es una ayuda memoria existencial y un apoyo en la formación de la identidad del individuo”.
Es decir, el rock para él, es una herramienta que sirve como recordatorio de las diferentes etapas de nuestras vidas y que además, es definitorio para nuestro ser.
En un principio no estuve del todo de acuerdo respecto a la intimidad desarrollada con la música “de nuestros primeros 30 años” porque gran parte de mi colección musical, consta de discos lanzados antes de 1989 (año en el que nací) y otra parte –que tampoco es pequeña- de música hecha en los años posteriores. Me puse a reflexionar y recordé que primero escuché a Credence Clearwater Revival y a The Beatles, siendo casi un chilpayate. Escuché luego a Molotov, que recién había lanzado su álbum debut y poco después, llegaría a mis manos el disco que definió identidad rockera: Nevermind de Nirvana, lanzado en 1991, dentro de los primeros dos años -¡ay!- de mi existencia. Así fui creciendo y mis gustos musicales junto conmigo, hasta antes de los 18 años de edad, la mayoría de mis grupos preferidos, habían comenzado su periodo de actividad –e incluso algunos lo habían concluido- antes de mi nacimiento.
Con el tiempo, comenzó a llamar mi atención el ninguneo al rock actual. Tal parece que muchos viven esperando la llegada de otro Sargento Pimienta u otro Pet Sounds , por mencionar solo algunos ejemplos. La realidad es que no habrá tal cosa y tampoco creo que sea algo tan grave. Las maravillas hechas durante las primeras décadas del rock, quedarán ahí, disponibles, vivas, esperando a ser escuchadas por sus fieles amantes y descubiertas por nuevos oídos. Material hay mucho. Existe tanto material hecho en aquella gloriosa e idealizada época, que difícilmente –aun con los años- pudiera ser abarcado todo. Hay más música que vida…
Tanta música que me parece injusto, no echar oreja, al menos por curiosidad, a algunos de tantos proyectos que están cocinándose todos los días y que ahora gracias a la internet y a sitios como Youtube o aplicaciones como Spotify podemos darnos el lujo de escucharlos a voluntad y en cantidades incontables.
Ya no estamos en los tiempos en los que la escena era dominada por grupos como Deep Purple y que además uno podía toparse año con año, con genialidades como las de Frank Zappa. Absurdo e injusto sería comparar a los artistas de una época con los de la otra. Es verdad que quizá a momentos, el rock haya venido a menos pero es innegable que continúan haciéndose cosas de calidad. Podemos hablar por ejemplo, de grupos como The National, Tool, Warpaint, Wolfmother (que rescatan la vena setentera); de gente como Jack White en sus diversas caras musicales; de la inteligencia y el sentimiento de Thom Yorke y Radiohead, su principal proyecto; de Damon Albarn que luego de Blur, ha continuado deleitando oídos exigentes. Incuantificables propuestas musicales se gestan día tras día y muchísimas de ellas valen absolutamente la pena.
Los invito pues, amantes del rock clásico, a abrir la mente y los oídos a artistas que siguen haciendo un estupendo trabajo. Yo soy de la opinión de que es tan importante escuchar a Chuck Berry como a los Arctic Monkeys. Ya no hay hilos negros, pero el rock continúa evolucionando, nutriéndose de una vasta gama de influencias que muchas veces arroja resultados afortunados y otras –como es natural- no tanto.
Algunas veces, los mismos interpretes de la vieja escuela, se han fijado en los “nuevos” para hacer interesantes colaboraciones, como es el caso de Them Crooked Vultures, un supergrupo en donde participan Josh Homme (QOTSA, Eagles of Death Metal) Dave Grohl (Foo Fighters y ex Nirvana) y John Paul Jones (ex Led Zeppelin).
Sigamos creciendo y alimentándonos de la música de todas las etapas.
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