Roger Waters es un verdadero amo de los escenarios. Hace lo que se le antoje con su público y éste se le entrega siempre.
En diciembre de 2010 tuvo a 18 mil personas por noche, totalmente cautivas en el Palacio de los Deportes, viviendo con sus cinco sentidos un espectáculo que para aquel entonces se veía irrepetible.
Pero la historia siempre nos sorprende. En poco más de año y medio después, el Foro Sol era testigo del mismo show sólo que esta vez inyectado con esteroides.
Un muro que tocaba las puntas de las gradas y se alzaba por 20 metros, era testigo del pasar del tiempo y de cómo los espacios se llenaban de fanáticos ansiosos por presenciar una de las más grandes Óperas que han existido en esa música denominada El Rock.
Ya conocíamos la rutina, pero nunca deja de sorprendernos. Los primeros acordes de In The Flesh? iniciaron el viaje sin retorno en donde la nostalgia tenía un lugar reservado.
Las canciones llegaban, los ladrillos se apilaban en el muro y sobre éste se proyectaban imágenes con un discurso político que ya estamos hasta la madre de recitar, pero que repetimos y repetimos.
Another Brick in the Wall Part 2 suena, quizá la canción más famosa del disco y de todo Pink Floyd, los ánimos ya están al máximo e inmediatamente después la primer sorpresa de la noche.
A muchos llamó la atención, para otros pasó desapercibida; pero podríamos decir que Roger Waters agregó una pequeña canción nueva al songlist que se conoce desde hace más de 30 años.
Un pequeño pero sentido homenaje a Jean Charles de Menezes, quien fuera un electricista brasileño que tuvo la pésima fortuna de visitar Londres y ser confundido con un terrorista islamita en el año 2005, recibiendo siete balazos.
Después de ese nuevo pedazo de historia el concierto siguió con normalidad.
En un punto de vista personal, puedo decir que me encantó estar al aire libre, disfrutando de la música sin tener que estar cautivo al 100% sobre lo que ocurría en el escenario.
Mis oídos eran 100% para la música, pero el resto de mis sentidos se perdían y viajaban a su placer en el (texto jotísimo) cielo, las estrellas y las nubes que cubrían el foro sol. (No, esperen… realmente es jotísimo). Pero así fue
Mother con la grabación antaña del Earls Court, Goodbye Blue Sky, Young Lust y The Last Few Bricks más Goodbye Cruel World fueron las que más disfruté (de la primera parte), al igual que en el 2010.
Un largo intermedio necesario para Roger Waters, quien cada vez que regresa al país se le ve más cansado.
De la segunda parte no podría destacar algún momento en especial, pues las 13 canciones en su totalidad no te dejan respirar un solo segundo. Mucho menos con la sorpresa del cerdo siendo “devorado” por la hambrienta audiencia de la sección general b.
Épico como siempre, épico al igual que en el 2002, 2007 y 2010. Épico como hace 30 años, épico (casi) como con Pink Floyd.
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