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10 enero, / _Sandredg

7 videos y algo más.

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“You don’t have to go home, but you can stay here”.

[dropcap] N [/dropcap] ací en 1983 pero decidí no pasar de los 90’s cuando me anclé con los recuerdos de aquellos tiempos. Haciendo cuentas, entonces, tengo entre 9 y 12 años. A veces me adelanto al tiempo y llego hasta 1998, me asomo a escanear el panorama y vuelvo a lo que en mi gusto es donde mejor me siento, tengo once años de nuevo y regreso al maravilloso 94’.

Y vuelvo a tener miedos normales de un niño de mi edad. Y vuelvo a llorar porque veo cuando Mufasa muere. Y vuelvo a caerme todos los días sin pensar que, 17 años después, la metáfora se cumpliría. Caer, reírse de la caída y levantarse, para hacerlo de nuevo. Él me lleva 7 años, yo tenía 9, comenzaba con su búsqueda de identidad y, como para mí representaba algo que en aquel entonces me distaba mucho, ponía atención en cualquier cosa que hacía.

[pullquote_left] En aquel tiempo, comenzaba la gloria del rock noventero y MTV aún era un canal de música. [/pullquote_left]  Él llegaba de la preparatoria con sus camisas de franela amarradas a la cintura y unas botas que me parecían toscas y horribles, siempre después de las 2 de la tarde. Yo lo veía después, pero eran buenos momentos. A pesar de la diferencia de edades, no tan grande ahora, me gustaba estar ahí, viéndolo crecer, mientras se supone, lo hacía yo también.  Sintonizaba el canal y comenzaba mi adorado tormento. “7 videos y algo más. Crónica de una infancia que debería ser dictadura”. Nos sentábamos en el sillón frente a la TV y comenzaban los rituales vespertinos que ni míos eran pero sabía que algo aprendería de ellos, siempre estaba alerta porque grababa los videos que le gustaban en la Betamax de su padre para volverlos a ver cuando quisiera.

Y siempre hacía lo mismo. Y siempre yo hacía lo mismo también, quedarme junto a él. Comenzaba con Tom Petty y el último baile de Mary Jane, él sabía que moría de miedo cuando la pseudomuerta abría los ojos al dejarla en la orilla del mar. Yo no lloraba pero claro que el miedo era mío y yo era de él. El otro gozaba, en verdad lo hacía, como un sádico al verme asustada, de cualquier modo yo no me iba de ahí.

Después ponía el que más me provoca extrañarlo, quizá la temática me hacía pensar en estar así algún día, Soul Asylum y Runaway Train, yo no entendía inglés en absoluto pero no era difícil de comprender al sólo verlo, ya sabía leer y desde entonces “Thomas Gibson, missing since 1991” no sale de mi mente, mi tristeza era mucha por la gente raptada y los niños robados, mi miedo era más por ser parte de esa estadística. Seguía el turno de Smells Like A Teen Spirit que sí, acepto me gustaba por su facha rebelde cuando yo todavía no tenía “permiso” para serlo, él headbangeaba’ con la cabellera que era algo larga para lo que su madre permitía. Acto seguido, Jeremy habló en clase y Pearl Jam sonaba en mi casa, años después cuando entendí la letra, me transtornó un tanto y a partir de ahí, si no mal recuerdo, surgió mi premisa de jamás cantar algo que no supiera qué decía. Y continuaba el disfrute para las hormonas, Alicia Silverstone en uniforme de Lolita. Las niñas queríamos ser como ella y los hombres querían tener a alguien así.   Tan bonita, tan despreocupada, tan llena de todo y tan falta de nada. Así lo parecía. Para ese orden ya había olvidado el susto y la tristeza que me causaban los dos primeros y ya no sentía enojo por las carcajadas que él soltaba cuando veía mi cara. [pullquote_right] Sabía que valía la pena al momento en que comenzaba No Rain y Two Princes, [/pullquote_right]  esas canciones que sin pedirme permiso, hacían que ondeara mi cabeza y cerrara los ojos pensando en que en ese momento sólo existía la música, sin escuela, sin hora del baño ni de que me dijeran que era hora de meterme a casa, sin caídas, sin nada y a la vez todo.

Y así podría citar muchos más, pero están tan bien instalados que necesitaría un compendio extenso para escribir cada detalle.

Oh sweet child o’ mine, tan perfecta que según un papel acabo de cumplir 28 y todavía no me resigno a dejarte ir.

Hoy dejé que la nostalgia escribiera por mí. Y que mi selectiva memoria recordara pequeñeces que tenía guardadas en un cajón del parietal derecho. Él tiene casi 35, su búsqueda de identidad lo dejó en una zona de confort donde lo que me mostró, hace aproximadamente más de 16 años, ya no se ofrece, se busca. Yo agradeceré hasta que la vida se aburra de mí el haber vivido esos tiempos, y más porque esa búsqueda, aunque no mía, me dejó el gusto por una época que si estuviera en mis manos sería eterna.

Él, mi hermano, por el que en 2012 tengo la oportunidad de volver a 1994 cada vez que quiera, y mientras la carpeta de música que hice por él no se detenga, puedo estar en la sala de mi casa a las 6 de la tarde viendo a los Crash Test Dummies, sopeando un pan con Choco Milk, esa sí la podía cantar, mmm mmm mmm.

En 1994 todos somos felices… Si alguien es gustoso, allá los veo. Con mis once años disculpen si no soy cortés o me porto algo infantil, en verdad no quiero hacer la tarea.

“There’s got to be, something better than in the middle”, confío.

 

¿Qué habrá sido de Thomas Gybson?

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