Un innegable referente del mundo pop, completamente irreverente, con tintes brutalmente honestos y algo de sarcasmo en las respuestas que daba. Ver la obra de Andy Warhol es ver la vida a través sus ojos.
Una persona sencilla pero extravagante. Una antítesis completa. Su meta era simple: llegar a ser rico y famoso. Su carrera nos deja de manifiesto que es importante tener escuela, no se hizo de la noche a la mañana y la experiencia que adquirió cuándo trabajó haciendo publicidad me parece que hizo mella en su ADN artístico.
¿Qué genera la publicidad? Vende felicidad, un ideal haciendo que las cosas simples se conviertan en objetos del deseo, si no lo consumes no estás en “onda” y no eres “inn”. Si no obtienes lo que la publicidad te sugiere (y bombardea) que debes poseer es como no estar viviendo el momento.
El mundo glamuroso que lo rodeó en esa etapa de su carrera se hizo presente y constante en su obra en The Factory.
28 de junio de 1964: el mundo conoce The Factory, manifestándonos que el arte puede y debe experimentarse en diversas disciplinas. Una alocada ecuación entre gente trabajando, pero más allá de eso, disfrutando una experiencia, transformando las jornadas laborales en experimentos underground, podríamos decir que esto era un performance de jóvenes existencialistas e intelectualmente coloridos que también querían ser famosos y dejar una huella .
“No se llamaba The Factory gratuitamente, allí era donde se producían en cadena las serigrafías de Warhol. Mientras alguien estaba haciendo una serigrafía, otra persona estaba rodando una película. Cada día ocurría algo nuevo. – John Cale”
The Factory era una verdadera fábrica de producción artística multidisciplinaria, una fiesta constante donde no había lugar para inhibiciones, un templo donde podían resguardarse los estrafalarios o ricos personajes de aquellos años que deseaban escapar a una atmosfera pop y llena de color.
Para Andy, la belleza no se trataba de personas con poco arreglo, una persona limpia y bien acicalada para él representaba la auténtica belleza, las cosas simples como una Coca-Cola eran sumamente democráticas pues para Liz Taylor tendría el mismo sabor que para el presidente y el resto del mundo.
Su visión del futuro era que “todo mundo tendrá sus 15 minutos de fama” y todos tenemos el derecho a ser famosos al menos esos minutos. Gustaba de trabajar y divertirse amaba lo que hacía, aunque decía que era difícil idealizar las cosas más insulsas por cuenta propia. A su crítica el tiempo no cambia las cosas; uno mismo tiene que cambiarlas y eso es muy cierto.
Su concepción del arte era el de hacer arte comercial y no hacer arte por el arte, las cosas debían ser espontaneas.
¿Y tú ya viviste tus 15 minutos de fama?
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