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16 octubre, / Fernando Teo

LA DICTADURA PERFECTA (2014)

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La dictadura perfecta es el séptimo opus del cineasta mexicano Luis Estrada, que comenzó su carrera con Camino largo a Tijuana (1991), cinta con referentes marcados a Mad Max, y que a partir del año 1999 comenzó una serie de películas de sátira y denuncia política, exitosas en diferentes momentos, bien, lo que se había pensado como una trilogía que terminaba con El infierno (2010) se ha convertido en una tetralogía con la llegada de La dictadura perfecta.

En el año de 1990 se llevó a cabo Encuentro Vuelta una serie de mesas de debate organizadas por Octavio Paz, en una de ellas, moderada por Enrique Krauze, y transmitida por Televisa, fue el momento en el cual el escritor Mario Vargas Llosa llamó a la forma de gobierno mexicano como ‘La dictadura perfecta’, ahí el germen de la expresión. De esa manera, vemos que Luis Estrada ya había implementado el término del mismo modo al caso mexicano en La ley de Herodes,  ahora lo hace de manera explícita y sin aspavientos dando esa misma acepción a la película que aquí comentamos.

El argumento de la cinta inicia con unas declaraciones nada simpáticas del Presidente de la República (Sergio Mayer) –guapetón y de un inglés lamentable-, mismas declaraciones se convierten en viral gracias a las redes sociales, por tanto, la presidencia toma cartas en el asunto y mediante un directivo (Tony Dalton) de la televisora Televisión  Mexicana (Tvmx), se da a la tarea de tapar el numerito; dicho directivo emplea la llamada “caja china”, la cual consiste en un método  sencillo: buscar un suceso  que conmueva a la ciudadanía y desvíe la atención de las masas. El elegido es el gobernador de un estado al norte del país: Carmelo  Vargas (Damián Alcázar).

Una vez que Carmelo Vargas es utilizado como tapadera por parte del gobierno y Tvmx; es él quien acude a la misma televisora para que “le bajen de huevos” a ese juego sucio, a lo que el directivo después de una discusión le ofrece un Plan Premium, el cual tiene como fin último, no sólo resarcir la imagen de Carmelo Vargas, sino llevarlo a la silla “grande”.

De esta manera, Luis Estrada, vuelve a ser crítico y expositor de los modos y formas en que el gobierno maneja al país en sus diferentes  instancias (Federales y estatales): corrupción, acuerdos políticos,  asesinatos a diestra y siniestra, tratos entre la televisora (Televisa) y el gobierno (PRI), montajes televisivos, difamaciones etc. Esa característica ha sido lo largo de los años el motor principal del cine de Estrada, exponer hechos aunque no proponga soluciones.

La película me parece que es importante y su valor recae en ser crítica inmediata y presentar hechos aun frescos en la memoria de los mexicanos, es decir, ya no hay situaciones “generales” como en sus anteriores cintas, ahora hay casos concretos –iniciando con los vídeo escándalos de René Bejarano, simulaciones de detenciones de capos de la droga, el caso de la niña Paulette, o bien el montaje de Florence Cassez-. Mejor aún, el actual gobierno de la república es expuesto en dos momentos, cuando Enrique Peña Nieto fue gobernador del Estado de México y ahora en su faceta presidencial.

En términos cinematográficos la narrativa en gran parte del filme es fluida, aunque por momentos la prolongación de algunas escenas o momentos que son triviales está demás, lo que alarga desmesuradamente al filme. Damián Alcázar vuelve a interpretar a un personaje por demás violento, pero sobrio, alegre y ‘pelado’: una fichita de gobernador. El reparto conformado por Joaquín Cosío, Arath de la Torre, Tony Dalton, Silvia Navarro, Osvaldo Benavides, Alfonso Herrera y demás actores están muy bien, de acuerdo al rango actoral, Estrada sabe sacar provecho de ellos.

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En la primera etapa de producción de La dictadura perfecta fue financiada por Televisa, mediante el apoyo EFICINE Art.226, sin embargo al ver el resultado final de la cinta, la televisora más poderosa del país quitó dicho financiamiento, naturalmente, la versión final de la cinta no fue de su agrado. Parecería contradictorio en cierto sentido que aunado al hecho anterior, en la cinta hayan participado actores de Televisa, cuando la cinta es denunciante de la misma empresa, en una perspectiva personal, creo que nada tendría que ver una cosa con la otra, al final el resultado que vemos en pantalla es consecuencia de un sueldo (privado), mismo que cada actor se gana en su desempeño en escena –merecidamente o no- y por tanto la intencionalidad de la cinta recae en el director; es él quien tiene el peso mayoritario de la funcionalidad de la cinta.

En algún momento de la cinta Carmelo Vargas enuncia, palabras más, palabras menos, que las redes sociales son “puras  chaquetas mentales, lo que importa de verdad es la televisión, la gente cree todo lo que ve”; hoy día, el uso de las redes sociales se ha vuelto en necesidad para quienes tienen acceso a ellas, pero al igual que hace mucho años el referente informativo más efectivo es la tv, de eso no hay duda. Chaquetas mentales o no, la cinta dice algo cierto, y que prevalece hasta nuestros días “la gente se cree todo lo que ve”, pero yo agregaría la gente que no tiene acceso a otro medio informativo.

Ahora, cabe hacer una reflexión, La dictadura perfecta, desde el gobierno de Felipe Calderón ya se preparaba, sin embargo, fue estrictamente rechazada por aquel gobierno. Habría que cuestionarnos por qué ahora sí se exhibe, amén de lo que el entorno cinematográfico deja vislumbrar, no habrá censura como si lo hubo en su momento con La Ley de Herodes o El infierno.

¿De qué manera le sirve a un gobierno el que una película crítica a su régimen tanto estatal como federal se exhiba con 1200 copias en el país? La respuesta nos la da el mismo Vargas Llosa en la mesa de debate ya mencionada, cuando dice que “un partido (El PRI) concede un espacio para la crítica en la medida que la crítica le sirva y le sirve, porque confirma que es un partido democrático”.

Así es, desde el inicio del actual periodo presidencial una de las máximas que se ha venido promulgando es que este es un partido democrático y plural -o sea como todos los gobiernos-. Cuando Vargas Llosa hizo las declaraciones en los años noventa aún no se había dado ese cambio en el poder del que fuimos participes a posteriori, sin embargo hoy día el paralelo con el PRI de aquellos días es innegable, este gobierno regresó estilizado y con formas aún más aguerridas y no tan “camufladas” como mencionó Vargas Llosa; a todas luces los métodos de la dictadura perfecta siguen siendo nuestro pan de cada día.

Como ya les mencione el cine de Estrada se caracteriza por poner sobre la mesa problemas sumamente visibles del país y en estricto sentido no aportar soluciones -en lo personal, éso, no me termina de gustar en su cine-, pero en el caso particular de esta cinta, con una exposición tan directa y particular de casos concretos sobre las practicas del gobierno tendría que estar intencionada a que el espectador reflexione –y no sólo con esta cinta, sino con cualquiera que se vea- sobre lo que vive y lo que está representado en la cinta, ahora sí creo que ese objetivo pueda ser cumplido de una mejor manera. Ojalá haya más cintas como La Jaula de Oro, Miss Bala, o Heli o esta misma y menos oprobios al cine como Cantinflas, que ni siquiera como productos cinematográficos están bien realizados.

 

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