LA VIDA ES UN JAM.
Como melómano y amante particularmente del rock, puedo resumir buena parte de mi ideología en un aforismo:
La fascinación musical, la intimidad y -¿por qué no?- el cariño que se tenga para con cierta banda o intérprete, no supone ni justifica el ser acríticos.
Trazar un plan de vida puede que sea sano, pero muchas veces, lo queramos o no, nos vemos obligados a improvisar y cuando disfrutamos de hacerlo, la vida misma se convierte en un viaje, aunque bravío, más enriquecedor aún.
Para mí, la improvisación, ese factor sorpresa, la naturalidad de dejar que las cosas fluyan para finalmente moldearlas y jugar con ellas deviene en arte. Para un amante de la música, ésta y la vida se perciben de formas más que parecidas, paralelas. La vida es un jam.
Se conoce como jam a la improvisación de ritmos que se da entre músicos en sesiones de ensayo o en conciertos. Es una comunión que nace, simplemente de la necesidad de hacer música.
Si existe un grupo que debe al jam su éxito y el tener como resultado obras prósperas, son los californianos Red Hot Chili Peppers.
Mucho se ha dicho acerca de las diversas (muy diversas) etapas de los Peppers. Que si eran mejores en los años ochenta por su irreverencia desmedida o que si en los noventa, por el nivel creativo que alcanzaron sin olvidarse de su vena funky. Otros más, dicen que en el nuevo milenio parecen estar muertos, comerciales, fresas.
Incontables ocasiones he escuchado cada uno de sus discos, desde el debut (The Red Hot Chili Peppers) de 1984 hasta el I’m With You (2011) con todo y los 17 tracks adicionales que luego fueron lanzados en pares, tomados de las mismas sesiones de su más reciente producción.
He disfrutado el funk desmedido de Freaky Styley (1985); reventado en colores, cachondería y punk con el Uplift Mofo Party Plan (1987); chocado dulcemente en la aspereza de Mother’s Milk (1989); sentido el funk rock, la psicodelia y la locura del Blood Sugar y llorado y dado de patadas con la energía de One Hot Minute (1995). Los descubrí con su triunfal regreso justo antes de que terminar los años noventa con el inolvidable e irrepetible, Californication para luego sentirme rescatado por la belleza y la madurez de By the Way (2002) y en el 2006 enrollaron para que me pudiera fumar un compendio de lo que había sido su carrera y su variedad musical con la placa doble de Stadium Arcadium. No recuerdo con exactitud cuándo fue que tuve la divertida experiencia de escuchar el debut de la que ya consideraba una banda que es parte de mí. Ahí está un cúmulo de emociones y de manifestación de la vida para con la vida misma.
Es verdad, no han hecho y probablemente no volverán a conseguir otro disco como el Blood Sugar Sex Magik. Aquella magia de 1991 dio lo que tuvo que dar y los angelinos no parecen querer darse por vencidos.
Al igual que con grupos como Pearl Jam, me sucede con RHCP que, además de lo musical, hay otro aspecto que me parece digno de reconocérseles: su capacidad de sobreponerse ante la adversidad. Muertes de integrantes talentosos, drogas (típico), crisis personales e ingeniárselas para hacer que todo aquello cuaje dentro de una banda y el sonido de la misma.
Los he seguido desde los 10 años de edad, he crecido con ellos y a su lado, han pasado por mis reproductores de cintas, de cd’s y de mp3, cualquier cantidad de bandas e intérpretes de rock que han hecho que mi repertorio y mi rumbo musical vayan cambiando. No se trata de absurda nostalgia, simplemente no puedo engañar a mis oídos y los Red Hot siguen vibrando conmigo.
Y es que mis jóvenes y cuasi vírgenes oídos encontraron en ese cuarteto de encuerados, un sonido hasta entonces, desconocido para mí: el funk, en el que me fui envolviendo poco a poco hasta que se convirtió en un sonido que acabo por definir mi identidad musical y que eventualmente me llevaría a descubrir a músicos que fueron influencia para los propios Chilis y de quienes ahora se han convertido en congéneres: funkeros de la talla de James Brown –tata James-, Parliament-Funkadelic, The Meters, Defunkt, The Commodores, Sly & the Family Stone, Stevie Wonder y muchos más.
Ahí no paró la cosa, siendo RHCP una banda que fusiona muchos de los elementos de la gama de sonidos de lo que hasta hoy se sigue conociendo como rock, fue a través de ellos que di con la música, por ejemplo, de Jimi Hendrix (por las versiones que hacen de él), de los Rolling Stones, de Miles Davis (de quien Flea –bajista- es ferviente seguidor), pasando por The Ramones y en consecuencia, mi inevitable adicción al punk… la lista pudiera seguir. El caso es que, me conectaron con la música que supo llenar mis necesidades auditivas.
Es por eso que aunque nunca he sido partidario de jurarle fidelidad eterna a banda alguna, los Red Hot, con todo y sus altibajos, han sabido mantener mi interés y mis oídos abiertos. De ahí que sin llegar a la condescendencia, entiendo que todo proyecto tiene sus más y sus menos.
MI ACTUAL RELACIÓN PIMIENTOSA.
He visto a muchos villamelones llorar por la partida de Frusciante; rechazando a Klingoffer -quien reemplazó a John Frusciante en la guitarra en 2009-; ninguneando a Dave Navarro (guitarrista en One Hot Minute) e ignorando al fallecido Hillel Slovak quien fuera miembro fundador de la agrupación. Muchas veces las bandas de rock van (o deberían de ir) más allá de sus integrantes.
En I’m WithYou, lanzado hace ya tres años, encontré altibajos, con canciones que a mi juicio sobran en el disco, tales como “Meet me at the Corner” o “Police Station” y también hallé cortes poderosos (no necesariamente por su densidad sino por su consistencia) como “Good-bye, Hooray” (con un alucinante solo de bajo de esos en los que Flea es especialista), “Happiness Loves Company”, “Factory of Faith” o “Ethiopia” que originalmente iba a darle nombre al disco.
Es cierto que el disco no se acerca al nivel de su antecesor (Stadium Arcadium, 2006) y es verdad también que no se trata del disco más detestable de la historia, es simplemente que algo hubo en el álbum que no terminó de hacer click dentro de mí pero pasados algunos meses, me topé con la sorpresa del lanzamiento de pares de singles (que no lados B).
UN PLAN B
Una vez que tuve al alcance los 17 tracks que completaron la colección de lo que se llamó I’M WITH YOU SESSIONS (lanzados entre 2011 y principios de 2013), cambió un poco la cosa pues me pareció que en ellos había más creatividad y sentimiento que en los tracks que los californianos decidieron entregar en el plato de agosto de 2011 –destacan de las Sesiones, piezas como This is the Kitt, Brave from Affar o Love Of Your Life- ¿Premura para lanzar un disco? ¿Temor a perder público –o a perderse de atrapar uno nuevo-? ¿Darle tiempo a la audiencia para acoplarse al nuevo guitarrista?
Lo cierto es que tuve la sensación de que los Red Hot trataron de saldar una deuda, luego de una entrega discográfica que no me resultó en lo absoluto redonda, con esos últimos lanzamientos, dejaron un mejor sabor de boca y un parteaguas para trabajos venideros en los que el ejercicio de jamming, tal y como lo demuestran, no solo sigue y puede seguir siendo su modus operandi sino que además se antoja interesante.
Sorpresas parecidas me he encontrado otras ocasiones hurgando en el repertorio pepperiano al toparme con lados B y rarezas de las cuales, algunas son piezas de primer orden como Quixoticelixer (sí, así se llama y es el lado B del single Californication). Existen por lo menos otras 70 canciones que por alguna razón, quedaron fuera de los álbumes de estudio, sin contar las más recientes y multicitadas 17.
Pienso que el próximo disco que graben los Peppers vendrá a definir, entre muchas otras cosas, el rumbo que habrá de tomar el grupo y nuevamente, pondrá a prueba su capacidad de adaptarse entre ellos mismos y con la escena rockera actual. Seguir siendo o dejar de ser Red Hots.
¿Necedad o necesidad de hacer música?
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