“I’ll be comin home soon, long as I can see the light”.
Niña cabello de serpiente está recostada en el patio.
Tiene una silla con el respaldo en el suelo y en ella los pies recargados, patalea como si el cielo fuera su mar, no entiendo bien pero observo, ríe y mece su cabeza al ritmo de no sé qué melodía esté sonando en ella, de un lado a otro pero siempre sonríe, ¿Alguna vez has visto la lluvia?, con la palma de la mano izquierda seca su cara, como si estuviera quitándose las gotas salpicadas por el movimiento de sus pies en el cielo-mar que se había inventado. Encontró un palo con el que remueven la leña cuando hacen fogatas y entonces simula la ondulación de un pescador al lanzar su caña, sólo dice:
– De seguir así no comeremos en toda la noche.
Volteo a todos lados y al darme cuenta de que era la única persona doy por sentado que me hablaba a mí, hago una mueca en forma media naranja, pretendía ser una sonrisa pero no salió como debería, todavía no sé si estaba despierta o era producto del no dormir o del no soñar.
– ¿Viste? No me has ayudado pero mira cuántas llevo…. Esta noche comeremos estrellas.
Junto a nosotras hay una cubeta, propiedad de la señora de la casa con ganchos de plástico para ropa en tonos pastel, eran muchos, más de veinte estrellas comeríamos esa noche, y yo no tuve que hacer nada. Salgo al patio para interactuar sentándome junto a ella, acerco otra silla poniéndola en la misma posición, copio su postura con los pies y comienza el pataleo de mi parte también. Imagina una flor-carnada para buscar que “pique” la estrella más pronto. Cinco minutos y ella sólo me ve sonriendo con todos sus dientes, a excepción de una ventana por falta del colmillo derecho.
– Mi mamá dice que el ratón de los dientes dejó un billete de dos mil pesos debajo de mi almohada aunque yo ya sé que mi papá lo pone ahí cuando hago como que duermo, lo he visto, siempre llega tarde y yo estoy esperándolo toda la noche desde la ventana, cuando se estaciona me acuesto, él sube y me da un beso, me persigna y después de eso ya puedo dormirme.
Ella lo único que hace es sonreír, al fin alguien logra callarla.
– ¿Y tú?
– ¿Yo qué?
– No sé, dime algo que te guste hacer.
– Bueno, es que a lo mejor no entiendes.
– Si entiendo, dime.
– Me gusta la música y más que tomar, ver fotografías. Me gusta mucho leer.
– ¿No fuiste veterinaria?
– ¿Cómo?
– Querías ser veterinaria ¿No te acuerdas?
– No recordaba, pero no, no fui veterinaria.
– ¿Entonces qué haces?
– Estoy contigo.
– ¿Y por qué te pagan?
– A mi no me pagan, tengo un negocio.
– ¿Qué es un negocio?
– Es cuando…..
– ¡Cállate! No hagas ruido, parece que agarramos una estrella grande, si tenemos suerte hasta el mismo sol, nos vamos a quemar pero debe saber riquísimo.
– ¡Ayúdame ______!
– ¿Cómo sabes mi nombre?
– Ya lo sabía, ¡ayúdame!
Entonces jalamos lo más fuerte que pudimos y salió una cosa enredada con alambres y juguetes de muchos tipos, era una pelota color menta con estambres alrededor.
– No era el sol, pero es así de grande como Urano, Neptuno y Plutón, por donde están los asteroides. Con esa canción me aprendí los planetas.
Sonreí, de nuevo.
– ¿Ves? Todavía podemos comernos el mundo, es cosa de no desesperarse, ¿Sabes como cuanto llevamos aquí?
– No.
– Si lo sabes ______, 27 años ¿Nunca imaginaste que nos gustarían tanto verdad? Yo tampoco, los escuchaba por mi papá o sus amigos pero se ha vuelto un obligatorio oírlos todos los días, tarareaba SuzieQ porque no sabía inglés.
La vi más desconcertada.
– Es que no sé de qué me hablas, dije.
– También escuchas lo que yo pero creíste que habías puesto música, esa ya la tenemos en la cabeza.
– Mira, creo que ha picado otro.
– No, eso es basura ¿no quieres hablar conmigo verdad?
– No es eso, es que…. ¿ya no quieres jugar?
– ¡Oye, no estamos jugando!, pescamos estrellas o lo que salga. Recuerda que no te asustaba el cielo cuando eras niña como ahora, pero mira, estás sentada como si no recordaras ese miedo. Temíamos a la lluvia porque creíamos que papá moriría en un accidente.
Iba desapareciendo la sonrisa.
– Mientras más aprendes, más miedo tienes. Antes no era así. ¿te estoy asustando?, ¿te caigo mal?
– ¡No!
– No es para tanto, soy tú a los siete años, pero yo espero no ser tú cuando sea mayor. Sé bonita, sé buena, no quiero ser algo que no me guste cuando crezca.
Me tomó de la mano, una mano proporcional a su edad pero más morena de lo que es ahora, imagino por su exposición al sol, recargó su cabeza con su cabello de serpiente sobre mi hombro, suspiró/respiró y luego alzó la mirada.
Me vi de niña, se vio de adulto, me soltó, se levantó de la silla y comenzó a correr de lado a lado por el patio cantando:
“Como ciruela, como ciruela……”
Después se perdió entre las paredes y no logré localizarla de nuevo, la niña con cabello de serpiente me había dejado recostada pescando estrellas, decidí no comerlas y guardarlas, ahora los demás creen que son ganchos para ropa sin saber que dos estrellas sujetan sus prendas.
De ahí me gusta más usar el cabello al natural, de serpiente, ondulado pero sin ahorcarme o me entierre los colmillos, sin veneno. A veces me sujeto el pelo con varias estrellas, la gente me ve raro porque llevo ganchos para ropa en la cabellera. Sólo nosotras sabemos el juego, a veces la niña se asoma con su hueco en la sonrisa que deja ver lo que en verdad es, entonces sonrío sin razón alguna para los demás, my secret smile and i use it only for her.
Si algún día corres con la misma suerte, no decepciones a la representación de tu infancia, te enseñan que el mundo es comestible, pescar estrellas y planetas para cena, puedes comerte el mundo, recuerda hacerlo en pausas, incluso las estrellas suelen tener espinas.
Estamos cerca de algo, no sé qué sea, pero llevamos buen rumbo, mientras pueda ver la luz……
¿Qué puedo decir? CCR puede regir mi vida si quiere.
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